Abril, el mes en el que todo florece… incluso la memoria
Dice el Libro del Génesis que, en el principio, Dios creó los cielos y la tierra y que en el séptimo día descansó. Nos dejó lista nuestra casa común: la Madre Tierra.
Siglos después, el 22 de abril de 1970,
millones la reconocieron como madre herida y salieron a las calles para cuidarla.
Fue el primer "Día de la Tierra".
Una creación colectiva, no divina, pero sí profundamente humana.
Y como si abril llevara en su aire una fuerza reveladora,
también nos guardó la despedida de uno de sus más fieles guardianes.
El 21 de abril de 2025, quienes de algún modo sentimos tocada el alma
le dimos un sentido adiós a Jorge Mario Bergoglio,
el hombre que se hizo Papa y eligió llamarse Francisco.
Él no vino a imponer, vino a incomodar.
Habló de los pobres, de los marginados de la Iglesia católica en el mundo.
Y a través de sus encíclicas; en especial Laudato Si’ (2015) y Laudate Deum (2023);
trajo al centro del debate la interdependencia entre lo ambiental, lo social, lo económico y lo ético.
Nos recordó el clamor de nuestra madre herida: la Tierra, víctima de la miopía del hombre.
Y tal vez, sin quererlo, fue el último líder espiritual capaz de unir lo sagrado, lo social y lo político sin pedir permiso.
Y si la Tierra tuvo su día,
y la fe tuvo su testigo,
el pueblo colombiano tuvo su flor:
María Cano.
No floreció en jardines, sino en huelgas, fábricas y asambleas.
Murió un 26 de abril de 1967, pero no ha sido olvidada.
Donde hay injusticia, vuelve a brotar su memoria y su legado.
Porque no solo habló. Marchó. Cuidó. Denunció.
Y lo hizo junto a otros, como Melitón Rodríguez,
el fotógrafo que convirtió la dignidad obrera en imagen viva.
No buscaba belleza. Buscaba un registro historico de la verdad
Y la encontró en la lucha del pueblo.
Melitón capturó "En la alegoria de los tres ochos" el mismo anhelo del proletariado en Colombia que ya había recorrido otras tierras.Como aquella tarde del 21 de abril de 1856,cuando los canteros de Victoria, en Australia, se alzaron. Reclamaron algo tan simple como revolucionario:8 horas para trabajar, 8 para reposar, 8 para lo demás "Los tres ochos" 8-8-8, No era una fórmula. Era una consigna de dignidad.
¿Qué une todas estas historias?
Más allá del calendario.
Más allá de abril.
Las une la certeza de que la vida no puede vivirse a medias.
Que el trabajo no puede esclavizar.
Que la Tierra no puede ser despojada.
Que la fe no puede callar.
Las une la urgencia de recordar para transformar.
Pero también, la advertencia:
que esa memoria que florece no se vuelva adorno,
ni fecha institucional,
ni efeméride domesticada con eslogan en camisetas corporativas.
“Retrocedo hacia el futuro con los ojos clavados en el pasado" . Proverbio Maori.
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