Cómo enfrentar la visión de la moda sustentable, de la responsabilidad, a la ilusión en la construcción de una marca.

A la luz de la actual y apremiante crisis climática, las empresas a nivel mundial, han sido llamadas a contemplar el daño masivo y la destrucción del mundo vivo natural que provocan sus actividades extractivas, productivas y comerciales. Es decir, asumir la responsabilidad de actividades que podrían estar matando nuestra propia casa, nuestro propio planeta .


En el sector de la industria de la moda, desde hace unas décadas ya, se viene explorando cuál es la mejor forma de acercarse a un modelo óptimo para su cadena de suministro;  pero no es cuestión de definir qué es la moda sustentable, o si los materiales sintéticos de PET reciclado son la tecno solución,  o si los talleres en Bangladesh pagan salarios dignos,  o en última instancia la ropa de segunda es la única opción. Se trata de cómo una marca enfrenta los retos para llegar a los estándares de transparencia en la cadena de suministro propuestos por grupos activistas en el sector moda a nivel mundial y que pase a responsabilizarse por sus aciertos antes que construir una marca  sobre los actos de ilusión. 


Y es que por ejemplo, según el Índice de Transparencia de la Moda 2021 publicado por la organización sin fines de lucro Fashion Revolution, se siguen evidenciando brechas en la forma cómo se viene divulgando las condiciones de producción y esfuerzos de sustentabilidad. Este Índice de Transparencia de la Moda, es una metodología que clasifica 250 marcas minoristas de moda más importantes en el mundo, en función de divulgaciones públicas de derechos humanos y políticos, prácticas e impactos ambientales en sus operaciones y cadena de suministro. 


Y si el panorama es así con estas grandes marcas que participan en la clasificación, imaginemos que puede estar ocurriendo a nivel de marcas emergentes, para las que el  concepto de sustentabilidad es aún ambigüo, ya que, aunque parece ser un punto clave para el éxito de sus ventas, en realidad no ha sido adoptado desde el diseño y fabricación del producto,  y se promociona más como una cualidad de carácter meramente voluntario, sin tomar en cuenta que para que se pueda materializar , una empresa y su producto debe construirse en los tres pilares esenciales como el económico, el social y el ambiental, así como adoptar una gestión más eficiente de la información, que por ende genera transparencia y credibilidad, beneficiando tanto al consumidor como al  medio ambiente,  además de agregar valor a la reputación corporativa.


Pero no  hay que confundir transparencia con sustentabilidad, ya que la transparencia es una herramienta que facilita resultados concretos de los esfuerzos medibles para lograr un producto óptimo, y que asegura que sus actividades comerciales asumen el reto global de actuar ante la crisis climática y ecológica, especialmente, si son empresas que buscan escalar su participación en la industria de la moda. 


Y es allí cuando estamos presenciando un mercado inundado de (des) información,  que para muchos se está volviendo muy difícil de navegar. En los últimos años desde que surgió el movimiento de activismo contra la moda rápida, casi todos todos hemos escuchado hablar del término Greenwashing (Lavado Verde), una estrategia adoptada por las empresas para promocionarse como amigables con el medio ambiente, cuando lo único que invierten es en publicidad y mercadeo y no en acciones reales.  Ya sea por falta de conocimiento o de omisión, las empresas están cayendo en el grave error de  crear contenido de marketing/mercadeo engañoso que exagera el compromiso de una empresa con las prácticas sociales responsables.




Ahora, con la ayuda proveniente de los paquetes económicos para la activación de la agenda mundial y Los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas (ODS) aparece un término un poco menos conocido , pero con el cual deberíamos estar tan familiarizados como con el de Greenwashing, y es el de Bluewashing (o Lavado Azul), una técnica empleada por corporaciones y nuevas empresas para establecer colaboraciones y asociaciones con varias agencias de las naciones Unidas para presentarse como que cumplen con los principios de Pacto Mundial y de las Naciones Unidas, cuando en realidad están lejos de serlo. 


Este es el caso de unas cuantas apuestas por la Paz en Colombia que han recibido incentivos de ciertos programas para la confección de prendas, , y que promocionan a la marca como ejemplo de moda sustentable,  por exhibir productos fabricados por excombatientes en proceso de reincorporación y víctimas del conflicto armado. con el apoyo de agencias de moda privadas, al servicio de proyectos estratégicos del Estado, cuando en realidad lo unico que estan haciendo es generar empleo, creando un producto local y captando incentivos para fortalecer su infraestructura productiva.


Como ciudadano colombiano celebro el acuerdo de Paz firmado en el 2016, y las iniciativas productivas que apoyan éste gran esfuerzo,  articulando  a los ciudadanos excombatientes en la reinserción social y laboral, y estoy de acuerdo con que los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) que hacen parte del Punto 1 de  La Reforma Rural Integral, y que es una acertada estrategia para contribuir al desarrollo socioeconómico de las comunidades, ayudando a superar la situación de desigualdades estructurales para transformar las 16 subregiones más golpeadas por la guerra, donde además hay altos índices de pobreza. 


Pero en el mundo entero existe mucha tela por cortar cuando de moda sustentable se trata, y  Colombia no es la excepción;  Como activista , coincido con las recomendaciones del centro de estudios jurídicos y sociales De Justicia, que concluye que se necesita poner en  marcha una plataforma para transparentar el uso de los recursos provenientes de estas agendas  y que le permita a la sociedad civil hacer seguimiento de todos los recursos considerados para la implementación del acuerdo. 


Finalmente, si bien es cierto que preferir consumo local sobre el consumo de productos provenientes de cadenas de suministros lejanas, es un paso para apoyar la economía de comunidades productivas,  no se puede tomar por hecho, que el producto local de estas marcas esté cumpliendo con los estándares mínimos de sustentabilidad y transparencia en su cadena de suministros si la información de acceso público ( asi sea en una pagina web), no está evidenciando lo contrario, entonces en este caso se puede aplicar la sospecha situada y como consumidor puedo aplicar la sispercha situada y mi derecho a preguntar a las marca directamente acerca de sus afimaciones publicas.





En mi opinión como diseñadora, ciudadano, consumidor y activista, el entusiasmo de los colombianos por apoyar las marcas locales y la desinformación activa se está convirtiendo en una herramienta que utilizan algunas iniciativas para hacer que sus bienes o servicios sean más atractivos para sus consumidores y accionistas, sin realmente comunicar o establecer accesos a información pública que sustente sus afirmaciones. 

Nota: A la fecha de publicación de este artículo de opinión, ni la marca , ni la CEO Angela Herrera Puyana,  respondieron  a las preguntas e inquietudes presentadas antes de escribir este texto. y que se hicieron por medio del canal de whatsapp  propuestos por la marca para contactarlos. Por el contrario, la marca publicó un press release en Twitter, en el que se motiva activamente a la audiencia de Manifiesta a repudiar cualquier intento de cuestionamiento , que se haya hecho a través de campañas de activismo, de los cuales, yo era la representante.

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