Reparar no es una moda; es una habilidad que debemos recuperar
Repensar la reparación: no se trata solo de verse cool, sino de comunidad
Hace poco me conecté a un webinar muy interesante organizado por ReLondon, parte de su excelente iniciativa para la London Repair Week, una campaña para promover el reuso y la reparación. La charla, "El poder de la reparación", reunió voces nuevas en el espacio de la sostenibilidad.
Pero aquí comienza mi reclamo.
Algo no me cuadró. Cuando escuché a la líder de Marketing y Alianzas de Marca en SOJO sugerir que las marcas deben hacer que la reparación sea “más atractiva y cool”, me sentí desorientada, como si nos hubiéramos desviado del camino. ¿Por qué la conversación sigue atrapada en hacer que reparar esté de moda? Siento que estamos perdiendo una gran oportunidad.
¿Y si, en lugar de empacar la reparación como una tendencia de estilo de vida, las marcas realmente la habilitaran transfiriendo recursos reales, herramientas y conocimiento a las comunidades que ya están trabajando en ello? Imaginen si dejaran de intentar que reparar se vea bien y, en cambio, la hicieran accesible.
Reflexión durante la Repair Week
Lanzada en 2020, la London Repair Week es una iniciativa positiva de ReLondon. Se trata de promover la cultura de la reparación.
Llego a esta conversación con mucha historia detrás. Después de décadas de activismo y campañas a favor de la moda sostenible y ética, he visto cómo se repite el mismo ciclo: abrimos mercados para lo de segunda mano y lo vintage; llegan los grandes jugadores, convierten ese relato en mercancía, y nada cambia realmente en nuestros hábitos de consumo.
Es agotador.
Aun después de prometerme no dedicar más tiempo a causas de sostenibilidad —decir ¡ya basta!— termino volviendo. Mi alma de diseñadora aún quiere crear algo. Pero en un mundo ahogado por productos baratos y fabricados rápidamente, crear a veces parece un acto egoísta.
Mientras tanto, mucha gente aún desconoce lo básico: de dónde vienen los materiales, cuánto cuestan producirse y el conocimiento cultural o ancestral que conllevan.
El acto personal de hacer (y deshacer)
Últimamente, me he estado enseñando a mí misma a trabajar con cuentas (beads), inspirada en técnicas de las comunidades indígenas de Colombia, mi país de origen. Esto no es solo una salida creativa: es una rebelión silenciosa, una forma de resistir la tentación de comprar piezas hermosas pero injustas, cuyas horas, habilidades o significados culturales ni se valoran.
Con este proceso, entendí el costo real de una pieza artesanal. Y es abrumador —no el precio de venta que se ve en línea o en tiendas vintage, sino el tiempo y la habilidad que lleva. Irónicamente, quienes pueden pagar esos costos reales suelen ser mujeres adineradas o turistas del Norte global.
El resto… son intermediarios y revendedores quienes se enriquecen, mientras los artesanos indígenas reciben una fracción, si acaso. Lo que vemos en plataformas de moda no es una celebración del valor, sino una distorsión del mismo.
De la frustración a la acción
Esto me lleva de nuevo a Londres.
Recientemente contacté un repair café en Brixton con la idea de ofrecerme como voluntaria. Asumí —quizá ingenuamente— que la reparación iba más allá de hervidores y cremalleras, y que tal vez hubiera espacio para reparar joyería. Después de todo, la bisutería rara vez termina en pilas de donación. Son tesoros personales, guardados en cajones.
Pregunté si se subsidiaban materiales como cierres, cuentas o argollas. Resulta que ni siquiera lo básico estaba cubierto. No hay presupuesto para lo esencial. Solo trabajo voluntario, tiempo y esperanza.
¿Cómo se supone que esto funcione?
Y aun así, pese a los obstáculos, decidí unirme al movimiento reparador. Esa decisión me llevó a unirme a The Restart Project y hoy soy una orgullosa integrante del Nunhead Repair Café en Londres.
Cuando diseñamos, las piezas se cortan y modelan para encajar perfectamente. Pero al reparar joyas u accesorios rotos en el Nunhead Repair Café, a menudo faltan partes, están dañadas o la forma original se perdió. Eso significa que tengo que replantear y rediseñar la reparación, usando creatividad para hacer algo nuevo con lo que queda. Es como practicar diseño a través de la deconstrucción y la adaptación. Cada reparación se convierte en un pequeño acto de reinvención, impulsado por el ingenio, no por la perfección.
Reparar no es un extra, es un cambio de sistema
Esto me trae un recuerdo de mi formación temprana en diseño: para reparar bien, hay que entender cómo se hizo algo. Esa es la esencia del enfoque Bauhaus, donde la deconstrucción se convierte en una forma de aprender, imaginar y reconstruir. Si a las marcas realmente les importara la reparación, invertirían en educación, enseñando a la gente la anatomía de los objetos que poseen.
Pero con la producción tan profundamente tercerizada, incluso las marcas muchas veces no saben cómo se crean sus productos. ¿Cómo van a apoyar una reparación significativa?
Por eso creo que las marcas y organizaciones deberían financiar iniciativas comunitarias como los repair cafés, no limítase solo a celebrarlas en campañas de marketing. Necesitamos apoyo para quienes ya hacen el trabajo. Y necesitamos liderazgo de personas con experiencia, no solo rostros nuevos con discursos pulidos.
Un punto más que me impactó en el webinar: se está haciendo más difícil atraer gente a los roles de reparación. Creo que esto sucede porque hemos perdido la cultura del hacer. ¿Cómo puede alguien aspirar a ser reparador si nunca aprendió a construir o crear algo?
¿Y qué pasa con quienes ya tienen estas habilidades —refugiados, inmigrantes y artesanos que han trabajado con sus manos durante años? Estas comunidades están llenas de conocimiento, pero tan a menudo quedan excluidas o criminalizadas. En lugar de ser acogidas en espacios de sostenibilidad, son marginadas. Esto no es solo un descuido. Es parte de un patrón más amplio de explotación que urge romper.
Reclamemos la reparación y repensemos su significado
Para que el movimiento de reparación crezca de verdad, necesitamos ir más allá del ya trillado ciclo reducir-reusar-reciclar. La reparación no debe verse como un servicio para consumir, sino como una habilidad que cultivar.
Debe tratarse de comprensión, cuidado y curiosidad. Se trata de reconectar con las personas y los procesos detrás de lo que usamos.
Si te interesa profundizar en estas ideas, te recomiendo:
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Doughnut Economics de Kate Raworth
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No Logo de Naomi Klein
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Less is More de Jason Hickel
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Fashion Activism de Otto von Busch y Hazel Clark
La reparación no siempre se trata solo de arreglar cosas. Se trata de cuestionar por qué se rompen, quién gana con eso y cómo podemos construir un sistema que valore a la gente, los materiales y el oficio.
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